El pasado 19 de febrero se jugó en Milán el partido de ida entre el equipo Atalanta de Italia, contra el Valencia español, correspondiente a los octavos de final de la Liga de Campeones. Para aquella ocasión se juntaron 45.792 espectadores en el estadio de San Siro. Hoy, este encuentro se lo considera como uno de los epicentros del inicio de la cadena de contagios de coronavirus en Lombardía, la región más afectada del país europeo.
En Italia, el primer caso se detectó el 23 de febrero, sin embargo, algunos críticos señalan a este partido como el «partido cero», pues decenas de miles de bergamascos se desplazaron de diversas maneras para el que era el partido más importante en la historia del modesto Atalanta. Dos días después del partido, fallece el primer paciente infectado por el Covid-19 en Europa.
Pasaron 15 días del partido y la curva de contagios ascendió de manera agresiva en la ciudad de Bérgamo, convirtiendo a esta ciudad, una de las más afectadas por el virus. Si bien, no se «sataniza» el partido como el máximo responsable del masivo contagio, varios especialistas de la salud, entre ellos, Walter Ricciardi, representante en Italia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el alcalde de Bérgamo, Giorgio Gori, califican al encuentro como » un acelerador de la propagación del virus» y «una bomba biológica».
Para el momento del partido las cosas no estaban claras entre las autoridades mundiales, que ahora ven como una locura haber disputado el encuentro con público. El partido de vuelta se lo jugó en Valencia a puertas cerradas. Una semana después del juego la vuelta, el equipo español anunció casos positivos entre jugadores y cuerpo técnico, lo que llevó a lo equipos a iniciar una cuarentena.