¡HABLEMOS DE TÁCTICA! Amarga noche en París

¿Se está acercando el fin de una etapa?, donde Barcelona llegó a incrustar una filosofía y un estilo de juego en los libros de historia. O, fue simplemente, una caída fruto de lesiones, una mala gestión técnica y una deficiente preparación atlética. Descubrámoslo juntos.


En el preludio del partido nadie se esperaba el resultado final, ni el más optimista, se sabía que el Barcelona no era el mismo que el de los últimos años; se vio surclasado tanto en el juego como en el aspecto físico, lo cual es netamente del entrenador y es un aspecto muy preocupante para un equipo de élite como es el Barcelona. Para analizar: la falta de adversarios en la Liga BBVA contra los «blaugranas», donde el blasón y la presencia en la cancha de los jugadores hace que los otros equipos partan con una predisposición psicológica hacia la derrota. Tal vez, los «culés», esperaron algo similar y se equivocaron.

El Barcelona había perdido solo un partido en el 2017, un estéril 2-1 el Athletic Bilbao y eso en Copa del Rey, que al final no le costo ni la clasificación. Sinceramente, no seguía el proceso del PSG en el campeonato hasta llegar al día del partido de Champions; me sorprendí, de todo, desde el aproche del partido (antes, durante y después) hasta la disposición táctica y física de cada singular jugador, dígase Rabiot que nos dejó boquiabierto a mas de uno. Verratti que, ahora ya está consolidado como uno de los mejores medio-campistas del mundo; Di María que es un mix entre la genialidad y la perseverancia -con un gaje de alegría, que en el fútbol siempre es bienvenida-. Terminamos, con Cavani que es un jugador -prototipo charrúa- con dotes atléticas inverosímiles.

El Barcelona y su cambio de módulo del 1-4-3-3 al tradicional 1-4-2-2

Al hablar de táctica, los dos módulos de juego citados en el título, son los más empleados por técnico alrededor del fútbol. Y el Barcelona F.C. hizo del primero su credo y sus victorias fueron arrasadoras. Así, la primera sorpresa que nos llevamos los televidentes del partido fue la disposición de los jugadores en el terreno de juego.

Luis Enrique utilizó 1-4-2-2, que se centraba en la utilidad y el humor de Messi. Si el jugador argentino recibía el balón en zona central, André Gomes (preferido a Rakitic) se disponía a ocupar el carril derecho, en función de mediocampista externo; si, al contrario, recibía el balón en el lado derecho como nos tiene habituados, el portugués Gomes se disponía centralmente al lado de Iniesta y Busquets; ocupando su rol natural.

Difícil entender el o las causas de esta decisión de índole táctica. Tal vez, quiso acercar los tres vértices de la MSN, para crear más espacios entre líneas, cosa que Emery predijo y con un Rabiot en estado de gracia, no concedieron nunca. Sólo una vez en todo el partido, Messi logró girar en su eje en la zona de iniciación del PSG, mientras Neymar se disponía a llegar al área rival y Suarez atacaba la profundidad.

El 1-4-4-2 propuesto por Luis Enrique. La densidad de jugadores en la mitad de la cancha, tiene como objetivo la posesión del balón.

Messi a dichas de un compañero, entró muy confiado. Muy pasivo tanto como balón como sin él, Rabiot y una marca escalonada a doblar, tanto que cuando tenía el balón dos jugadores parisinos se encontraban para amordazar al argentino. Se vio obligado a jugar de espaldas a la portería y en esto el argentino no es el mejor; para llegar a receptar el esférico, la «Pulga» tuvo que bajar a la zona de iniciación de su portería, lo que conlleva a más metros para llegar al lado contrario y por ende a crear menos problemas al PSG. Y, por este tipo de situaciones de juego el gol del 2-0 nace de una perdida del balón en la mitad de la cancha sobre Messi.

En la imagen vemos los balones tocados por Messi. No ingresó con el balón ni una sola vez en el área. Perdido.

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El problema que se creó con Messi, era uno solo del sistema 1-4-2-2 del asturiano. Para empezar el D.T. tenía programado una presión alta sobre la primera posesión del balón rival, que al final fue ineficaz. Como me explica mi profesor de técnica y táctica, hay que siempre crear superiodad numérica en cada zona del terreno de juego. Así que, el primer rombo de construcción formado por Kimpembe (gran novedad), Marquinhos, Verratti más Rabiot y Trapp, se encontraba siempre en superioridad numérica contra los dos atacantes propuestos por Luis Enrique; a estos dos se le añadía Iniesta, pero en perenne dificultades físicas.

El 1-4-3-3 de Unay Emery, entre mis entrenadores preferidos por su meticulosidad, ganaba un centrocampista más sobre el 1-4-4-2 del Barcelona. Esto es presto explicado, Iniesta al salir sobre el vértice bajo del centrocampo parisino, concedía habitualmente un jugador de mitad de cancha libre entre líneas; esto sumado a la pasiva fase defensiva del Barcelona, el mediocampista con balón del PSG tenía toda la libertad del girar y atacar el área. Aquí pueden opinar los expertos en preparación física, la parte atlética estaba tan endeble en la parte de agresión a la primera posesión cuanto a la «cuadratura» de los mediocampistas, que desde los 10′ del primer tiempo el PSG siempre tenía tres o dos jugadores para receptar el balón entre líneas.

La genialidad de Emery está en confundir tanto a Luis Enrique como a los jugadores «culés» adentro de la cancha; jugó con dos mediapuntas, y Unay pidió a Di María de recibir siempre el balón centralmente para ganar el uno contra uno en mitad de cancha y ganar superioridad numérica. Cosa que no hizo con Draxler que siempre se mantuvo pegado a las bandas, teniendo dos posibilidades de juego. Como el fútbol es una cadena, un juego de posición, análisis y suposición algo así como una ciencia, Emery supuso que Neymar no bloquearía la salida de Meunier persiguiéndolo. Ganaba otro hombre más en la mitad de la cancha contraria. El puesto dejado libre por «el Fideo». Ajedrez.

En una noche oscura para el Barcelona, como la que vivió en París, pocas cosas le salieron bien. Demasiado estrecha la posición de los jugadores en horizontal y, muy verticales para facilitar las transiciones. Como gran cuadro, ciertas pinceladas resaltan más que otras, y en este partido, las pinceladas de un Iniesta estático y los intentos de contragolpe de Neymar fueron las únicas positivas. Mírese la acción que, por falta de frialdad y experiencia de Andre Gomes no terminó en gol. Como cité antes, Kurzawa deja el espacio libre para doblar la marca a Messi.

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Dejando de lado el aspecto meramente táctico, todos los duelos individuales fueron ganados por el PSG, dejando en claro el lema de juego de colaboración y oposición. En la segunda el PSG se hizo voz fuerte. Luis Enrique, no pudo y no supo intervenir tácticamente durante el partido, y antes si pensamos a la increíble exclusión de Rakitic.

Emery, simplificó las cosas, presionaba solo las situaciones que se veían estáticas como los saques desde la portería. En el resto del se limitó a esperar a los «culés» en la mitad de cancha. En su propia mitad el PSG, cerraba toda línea de pase y de profundidad hasta con la presencia de Cavani, que evitaba que Iniesta y Busquets jugasen con el esférico. Efecto final, una estéril «U» entre los defensas barcelonistas.

Messi, exhibió uno de los peores partidos de su carrera. Se lo divisó caminando por el campo de un lado a otro sin recibir balón, tanto por méritos del PSG como deméritos del argentino. Casi me olvido de Matuidi, que con su prepotencia física evitaba el juego de Iniesta y Busquets.

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El epilogo de todo lo planteado por Emery en los entrenamientos y con la deficiente preparación física del Barcelona, se vió reflejado en el cuarto gol del PSG.

Como nos recuerda el intro de la canción de la Unión, -Lobo hombre en París-, los «culés» vieron caer la noche en París, en el día en que todo ocurrió. Emery, de aplausos por la planificación del partido; siempre presente a bordo del campo, con su inapelable carisma, para arengar la victoria.

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El triunfo del PSG es todo menos suerte, es la consecuencia del trabajo, la disposición a la lucha, y la creencia de un estilo de juego. El Barcelona, al contrario cayó en la trampa de Narciso y lució, sobretodo, cansado. Los amantes de balón, esperamos ansiosos el partido de vuelta, y de ser el caso ver si se cumple la maldición de Ibrahimovic.

P.D. Les dejó la canción de los años ’80.

 

 

 

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